Como hombre que soy, quiero contar la experiencia de un parto vivida desde mi perspectiva, esta experiencia que quiero contar es algo que como dicen las buenas lenguas, es digno de vivir.
Aunque suene extraño el hombre o en mi caso por lo menos, el parto ha sido compartido con mi pareja, cierto es que se vive de distinta manera, indudablemente. Y menos doloroso por lo menos.
Los preliminares hacia fecha final
Desde meses atrás la pregunta que más has oído en los últimos meses es: — ¿Qué tal está ella? –, la respuesta mía: — va todo bien –. Cosa que desde la perspectiva de ella es totalmente diferente: –bueno, a parte de los vómitos de los primeros meses, para empezar el día, los pies hinchados, los ardores de estómago (solventado comiendo pepinillos en vinagre), el cansancio,…, ¡bien!
Queda menos de 15 días
Para mí todo sigue “bien”, ella está deseando que nazca el pequeño para verle, aparte de quitar esa carga que ocupa toda la parte frontal.
Como es verano yo hago lo típico de verano, te subes al pueblo, salimos a tomar una cervecita ella sin alcohol por supuesto, más o menos hacemos vida normal.
Lo de dormir ya es otra cosa, empiezan las contracciones, debe de doler de narices porque parece que se para hasta el tiempo cuando miras su cara, –es lo normal me dice–, yo creo que la cara que pone es la misma que si me dieran una patada en los mismísimos. Egoístamente como yo no las tenía se te olvida rápido.
El primer aviso de parto, esto es un simulacro
Eso de un 25 de julio estábamos haciendo una barbacoa con los amigos, la fiesta prometía. Yo estaba a los mandos de las brasas, me traían una cervecita bien fría cuando, se acerca silenciosamente y me dice: –No bebas mucho que esta noche creo que el nacimiento.
Me imagino que se me puso cara de besugo, porque me sonrió como a un niño que no sabe lo que ha hecho.
Pues dicho y hecho, a eso de las 5 de la mañana, me toca delicadamente el hombro y me susurra al oído, creo que el parto está aquí. Salte como un resorte. –Tranqui me dice, vístete tranquilamente y nos vamos al hospital–
Creo, pero solo creo, que estaba tranquilo, pensar que era el primero, a lo mejor era para mostrar firmeza, pero realmente no tenía ni idea de lo que iba a pasar, ni cómo actuar ante un alumbramiento.
Falsa alarma, del hospital nos mandan a casa, en el “Registro” dicen que todo es normal y no ha dilatado, no está todavía de parto. Expresiones tan comunes como la vida misma, para un primerizo. Ellos son los expertos, tú por si no te habías dado cuenta hasta ahora, meramente eres un acompañante.
Ahora sí que sí
Tres días más tarde un 28 de julio a eso de las 5:30, me dice: –que hacemos, yo creo que ya está, pero y si pasa como el otro día, y no estoy de parto –. “Yo que voy a saber, tu eres quien lo llevas dentro”, pienso. Dices delicadamente con más miedo que vergüenza: –Cari tu qué crees si quieres vamos, lo que tú digas, a mí, lo que me mandes–.
Silencio,…, cara de dolor, otra contracción (algo así como que te desgarran los músculos, en este caso el útero).
Por fin es la hora
Bueno o las horas, entras en el paritorio y por fin le dicen que se quede. A mí me mandan a urgencias a por unos papeles, creo que es más bien para que te quites de en medio un rato. Mientras vas y vienes, ya sabéis no estorbamos (porque está a la otra punta del hospital).
Dentro del paritorio (sala de partos y dilatación)
Te ponen unas calzas y una batita verde, es posible que para hacer sonreír a la pareja. Realmente es difícil por la cara de sufrimiento, además intentas ser gracioso haciendo bromas, creo que con poca suerte.
En la habitación de dilatación solo se oye como el galope de un caballo, conectan una máquina para oír los latidos del niño, y otra para ver las contracciones. Te haces un experto porque es lo que miras, ya viene otra 40, 50, 120, si esta la poli nos multa (sigues haciéndote el gracioso), pero con la cara de ella, poca gracia le hace, y tu brazo es estrujado según suben las cantidades.
Aparece la palabra epidural, –que me pongan lo que sea que esto es insoportable–, eso también pienso yo, por las marcas en mi brazo. Mano de santo ponérsela, quedarse dormida y empezar a dilatar a tope.
Sala de parto
Todo está preparado, nos vamos a la sala de partos, la matrona se enfunda un traje medio espacial, Quieres verlo, me dice –Si, no, si venga–, mira la cabeza, tiene mucho pelo, me pongo al lado de mi pareja.
20 minutines, me dan al pequeñín para que se lo ponga a mi mujer encima, todo estupendo, ella y el niño.
Repetimos por segunda vez
Tres años más tarde, algo parecido, mismas preguntas, mismos pasos. Bueno todo el mundo dice que será más rápido, se equivocaron en este caso. Algo parecido, las contracciones más fuertes y más duraderas. Epidural y todo rodado. Está vez 5 minutos, dos empujones y el segundo parto finalizado.
Igual que el anterior, bueno esta vez sí vi como salía, es una sensación extraña. Ver como la matrona controla todo, le coge de la cabecita y tira lentamente de él.
Sin palabras para explicar ver nacer a un hijo
Es una sensación maravillosa, ver como después de 9 meses, la naturaleza ha conseguido formar ese pequeño ser, que es una pequeña parte de ti. Al verle salir, creo que te quedas sin respiración, es una sensación de alivio, alegría, algo inexplicable, milagroso.
Agradecimientos al equipo de profesionales que asisten al proceso del parto
Quiero hacer especial mención a todo el equipo del paritorio y sala de dilatación, matronas y auxiliares, (en este caso en el Hospital Río Carrión de Palencia), por su delicada y extremada atención con los que estamos allí. Sumo esmero con las futuras madres, y acompañantes, en todo momento pendientes del estado, con una sonrisa reconfortante.
Por lo tanto, vuelvo a repetir ¡gracias por vuestro trabajo!, no sé si reconocido o no, pero desde palenciadiferente.com, nuestra más grande felicitación por el gran trabajo, por algo tan importante como es, ayudar a nacer a los nuevos niños a esta vida.
¡Todo Perfecto y muy profesional!
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